A raíz de los últimos acontecimientos y el paso de la antorcha, me atrevo a compartir con ustedes un pequeño comentario que publiqué en un portal "literario" virtual del cual soy parte desde el 2004; este sitio ha sufrido una serie transformaciones que asombrarían a cualquiera. Las sociedades virtuales pueden ser tan complejas como aquellas que son parte de nuestra realidad física.
"Pensaba que ser comunidad implicaba una unidad, precisamente la unión de varios en un fin, lugar o ideal común.
En algún momento sentí que la casa azul estaba llena de ingenio y jovialidad, de buenas caras y lugares especiales para compartir algo más que la "literatura" de la que muchos éramos meros aficionados (los hay sumamente talentosos, claro).
No dudo que todavía exista un poco de ese espíritu y me queda claro que siempre hubo discrepancias, malos entendidos y malas intenciones, pero también siento, creo, que realmente hemos caído en un estado de apatía, donde es más importante refutar que acordar, dominar que compartir, agredir que conversar, molestar que analizar. Nos empeñamos en aislarnos, en ser parte de algo por un mérito individual y no comunitario.
No creo tener la voz moral para decirle a nadie qué hacer o cómo actuar, de ninguna forma. Pero puedo darme cuenta de lo que he hecho o nunca hice, de cuánto me importa este espacio, o si me importa al menos un poco; quizás nunca fue la casa azul, sino las personas, verdaderas personas que la habitaron, los recuerdos de todas ellas, los mismos recuerdos que guardo y como dice Granada, también revivo."
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Este espacio virtual me enseñó que muchas veces nos pasamos la vida tratando de culpar a otros de todo aquello que sucede cuando en realidad deberíamos tratar de analizar por qué hemos llegado a cierto punto. Me enseñó que para estar bien debo empezar por mí mismo/a, antes, no puedo hablar de “comunidad”. Las comunidades implican bienestar, tolerancia, respeto, compromiso y disponibilidad.
Realmente espero que la comunidad del Tercer Huevo se mantenga sólida, siempre en búsqueda del bien y sobre todo de la felicidad. Esta vida es corta y es ilógico crear espacios para estar mal cuando en todo momento la felicidad debe ser el motor de nuestra existencia.
No soy para nada idealista, pero creo en los hechos; las palabras son vientillos que pasan rápido pero las acciones, ésas sí que me convencen. Así es que, "huevistas", a pasarla bien.
Saludos
L_M
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